jueves, 19 de julio de 2012

Recuerdos y despedidas

Hoy me enteré que una amiga se marcha muy lejos. En segundos me visitaron los fantasmas.  Maldito este facebook que hace que aquello que tendría que haber desaparecido de la vida de uno lo tenga al alcance de una ventana.

En el primer instituto en que estuvimos, Primero de Mayo, un edificio gubernamental de oficinas dedicado a no se qué y que apañaron para meternos hasta que se contruyera el definitivo Mesa y López.  Fue dónde dejaste de ser invisible para mi. El "Colorado" se sentaba junto a ti en aquel aula con cristales opacos de color beige. Me dijo que estabas "frita por mi" porque cada vez que me nombraba en alguna conversación con mi apodo "El Punky" tu lo corregías diciéndole que me llamara por mi nombre. Me lo tomé a broma pero en mi interior, por esa broma o tontería, te convertiste en mi amor platónico de instituto. Apareciste como por arte de magia. Me fijaba en ti. Todo el día, en ti. Maldita inocencia de quince años, recién cumplidos, que deja sin valor  ni palabras, para poder decir lo que uno siente. Si en aquella época me hubiese pillado con lo que ahora sé, habría valido la marca de tus dedos en mi cara de la bofetada de un no por respuesta. Da igual, al menos, ya no deseo vivir con la incertidumbre del qué hubiera pasado si.

A mis casi cuarenta, tengo una sensación de miedo a que, ahora, con las vidas hechas y después de haber leído esto me digas un "Si me lo hubieses dicho" pero aún así guardaría ese pudo ser y no fue como algo muy importante en mi corazón y en lo que me ha hecho tal como soy ahora.

Recuerdo tu forma de subir las escaleras yendo a clase. La de mecanografía. Mentiría si dijera que escuchaba tu teclear en la Olivetti. Sería muy romántico pero imposible con tremenda escandalera. Un fin de año en el que pusieron el "Born in the USA" de Bruce en la disco del Mercantil. Nuestra primera fiesta de instituto en el que mi mejor amigo de aquellos tiempos jugaba a cogerle el culo a tu amiga y yo le empujé. Pedazo bofetón se llevó a mi costa. Luego, entre cervezas, me confesó que le gustó coger aquel culo.

Aquel verano se convirtió en el más alegre porque coincidimos en clases de recuperación. La academia Perojo. También un día de aquella canícula me rechazaste una invitación a una granizada. ¡Chacha, era mi cumple! Pero no te dije nada. Me encantaba acompañarte hasta el Teatro dónde cogía mi guagua, aunque yo tuviera que ir en dirección contraria. La de veces que pensé en armarme de valor y decirte lo que sentía en ese trayecto pero era cobarde. El clásico miedo al rechazo. Era mi forma de estar contigo estando sin ti.

Tu minifalda de tenis de color celeste. Tu pelo azabache a media espalda. Tus ojos. Tus risas y coqueteos junto a tu rubia amiga. Tus piernas, tus manos, tu rostro. Cuántos sueños contigo. El año que no coincidimos porque dividieron la clase.  El segundo grado tus dedos tecleando aquellas líneas de código en Cobol con MariCarmen como profesora. Luis, el de ensamblador, con sus pantalones anchos marrones casi de payaso.  La vez que me imaginé que me decías te quiero en el patio un día en educación física o un recreo. O los besos que nunca nos dimos en las escaleras de acceso. Luego como la chica de la cafetería. Cuántas veces fui y esperaba a que tú me atendieras. Disimulando mis miradas para que no se diera cuenta tu padre.  Pero pasó el tiempo y llegó el día en que besaste a tu novio en el patio en una fiesta y ahí se acabó. Nunca tuve una conversación contigo. Siempre en la distancia. Pero siempre fuiste tú la que me hizo ser grata mi estancia en el instituto.

Luego se terminó aquel tiempo de estudios. Un año en informática en la Uni. Más tarde empecé a trabajar.  Llegó mi primera novia seria, que me hizo olvidarte. Pero siempre tu recuerdo regresaba de una forma u otra a mi. Cuando paseaba por la calles en más de una ocasión pensé que aparecerías por alguna esquina y nos veríamos.

En tu trabajo fue la siguiente vez que nos vimos. ¿Qué tal tu vida? ¿Qué tal la mía? bien, me alegro haberte visto. Luego un par de veces más, vivías por la zona del Obelisco y volviendo del trabajo. Misma conversación y tu mirada que en mi interior interpretaba como un ¿Porqué no te atreves?

Luego el Facebook y nuestras vidas hechas y felices.

Sabes que soy ateo de los pies... bueno del pie a la cabeza, pero me gusta creer que esta vida es la que nos tocó vivir separados pero que habrá una próxima que nos tocará vivir lo que igual podría haber sido. Para esta es tarde, no creo en los amores de los tiempos del cólera. Y ese porqué no te atreves se ha ido convirtiendo en un ni te atrevas, no salgamos de la seguridad con la que vivimos.

Supongo que estarás sorprendida... ¡¡¡¡Tantos años, tanto silencio y me sueltas esto ahora!!!! Lo último que quiero es hacer daño. Podrías enfadarte y mandarme a la mierda, ignorar esto o que quede entre tu y yo.

Lo único que quería era despedirme y decirte que amiga siempre estarás en mi corazón porque fuiste mi verdadero primer amor. Te deseo que en esa nueva vida por esas tierras de jeques y califas seas la mujer más feliz y dichosa que exista junto a tu chico y tu hijo. Siempre estarás en mi corazón.