La peluquera vivía
cerca del gueto.
Rubia pizpireta,
tan buena,
con las tijeras
y los cortes de estilo recto.
No sabía si subir al tren
en la estación de Amberes
o jugarse la vida con el
mecánico de la Mercedes.
Y quiere vivir el momento.
La llevan en moto,
piscina nocturna,
hambre y sexo.
La rubia no quiere nada,
pero el gorila de tatuajes
busca tenerla encadenada.
Y se culpa de sus errores.
Y se raya con sus temores.
Y tiene miedo de sufrir
el mal de amores.
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