lunes, 24 de noviembre de 2014

Poema del diabético enamorado.

De noche, a escondidas,
comeré una chocolatina.
Y sin inquina la meteré
en mi boca,
y me  suicidaré un poquito,
ya que no estás aquí.
Hoy te sustituiré
por un brazo de gitano
o un San Marcos
y también comeré un petisú.
Que la miel me empalague,
que la espada de una tarta de Santiago
me parta por la mitad.
Que la glucosa maldita
evite que piense en ti.
Que rompa lenta,
mis queridas venas,
y acelere el corazón.
Que el chocolate confunda
mis neuronas,
y que su sabor dulce
penetre en mi.
Que mis riñones se paren,
que deje de caminar,
que mis ojos,
se queden sin vista
pero aún así
no podré
dejarte de amar.

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